La adrenalina o epinefrina es una hormona vasoactiva secretada por las glándulas suprarrenales bajo situaciones de alerta o emergencia. Además de encontrarse naturalmente en el organismo, puede inyectarse para tratar reacciones alérgicas potencialmente mortales causadas por las mordeduras de insectos, alimentos, medicamentos, látex y causas de otro tipo.
En mayo de 1886, William Bates, por medio de una publicación en el New York Medical Journal sacó a la luz el descubrimiento de una sustancia que era producida por las glándulas suprarrenales (también conocidas como adrenales). Pero fue nueve años después que un fisiólogo polaco, Napoleón Cybulski la identificó. En 1904, por primera vez en la historia, Friedrich Stolz sintetizó la adrenalina artificialmente.
La adrenalina actúa principalmente sobre el músculo, el tejido adiposo y el hígado. Comienza a secretarse en cuestión de segundos, pero su punto más alto se produce al llegar al minuto de producción. Su efectividad se extiende entre uno y tres minutos y tiene la capacidad de aumentar el metabolismo normal del cuerpo hasta en un 100 porciento.
Ante las situaciones de riesgo, las glándulas suprarrenales secretan la adrenalina, la que relaja la musculatura de las vías respiratorias para permitir que ingrese más aire a los pulmones; estimula al corazón y lo hace latir más rápido y con más fuerza; las pupilas se dilatan para que aumente la capacidad de observar; la velocidad de la respiración aumenta y el sistema digestivo se retarda de manera que entra más sangre a los músculos, los cuales se tensionan y aumenta la presión arterial.
Frente al riesgo de una reacción alérgica severa, existe la posibilidad de inyectarse una cierta dosis de epinefrina en el muslo. Jamás se debe inyectar la adrenalina en otra zona que no sea ésta. La manipulación de este medicamento puede ser muy riesgosa si no se hace con precaución.
La inyección de adrenalina puede provocar malestar estomacal, vómitos, transpiración, mareos, nerviosismo, debilidad, palidez, dolor de cabeza y temblores incontrolables en las manos. Si es que el paciente sufre de dificultad para respirar o de frecuencia cardíaca más rápida, fuerte o irregular, hay que recurrir a un especialista de inmediato.
Alex varios. 4 10 2010
Alex varios. 4 10 2010
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